Encontrar la paz y la iluminación a través del enfoque en uno mismo y la meditación.
Debe enfocarse en su propio camino y no preocuparse por los asuntos de los demás. En lugar de preocuparse por lo que otros están haciendo, uno debe enfocarse en su propio crecimiento y desarrollo personal. La práctica del Zen implica la auto-observación y la atención plena en el momento presente. Al reflexionar sobre nuestras acciones y pensamientos, podemos identificar cualquier desequilibrio y trabajar para corregirlo.
Cuando encontramos dificultades en nuestra práctica, es una señal de que hemos mezclado alguna idea errónea y debemos tener cuidado. En lugar de abandonar la práctica, debemos continuar con conciencia de ese punto débil. No se trata de buscar la perfección o el logro, sino de continuar practicando. Incluso cuando nos damos cuenta de un error en nuestra práctica y continuamos, estamos siguiendo la práctica correcta.
La meditación es una práctica para aprender a soltar y liberarnos de nuestros apegos. En lugar de aferrarnos a las cosas y querer más, la meditación nos ayuda a dejar ir y encontrar la paz en el momento presente. La iluminación se alcanza cuando dejamos de desear y nos liberamos de nuestros apegos.
Uno mismo es su propio maestro y buscar respuestas en otros no puede resolver nuestras propias dudas. En lugar de buscar respuestas en el exterior, debemos investigarnos a nosotros mismos para encontrar la verdad. Conocernos a nosotros mismos es lo más importante. Un maestro no puede resolver nuestros problemas por nosotros. En cambio, es un medio para ayudarnos a investigar el camino. El maestro no puede despejar el camino por nosotros y lo que dice no es lo más importante. En cambio, debemos confiar en nosotros mismos y practicar de manera constante para superar nuestros obstáculos. Las dudas no desaparecen preguntándole a los otros, sino a través de nuestra propia práctica incesante.
En la vía del Buda no se puede imitar a nadie, sino que cada persona debe encontrar su propio camino y vivir su vida de manera genuina. La paz de espíritu y el satori (iluminación) son experiencias personales que no se pueden imitar.