Las personas que aprenden el camino deben ante todo vaciar y aquietar sus mentes. La mente debe estar vacía y serena para poder comprender místicamente el principio sutil. Si no vacías la mente, es como una jarra llena de leche de mono: ¿cómo puedes llenarla al mismo tiempo con leche de león? Si la mente no está serena, es como una lamparilla de aceite en medio del viento, o como agua turbulenta ¿cómo podría reflejar las miríadas de formas?
Quienes se inician en el camino deben, en primer lugar, aquietar los pensamientos y minimizar los objetos de su atención, vaciando y serenando la mente. Con ello estarán asentando las bases para alcanzar el camino. Como Te-shan dijo: «No distraigas la mente con cosas ni tengas cosas en la mente, y de modo natural serás vacío y espiritual, tranquilo y sublime».
Sin embargo, no debes instalarte en una vacía quietud, sentado relajado y sumergido en la nada. Debes estar realmente atento, investigar con diligencia: de ese modo podrás atravesar la barrera de lo ilusorio y realizar la gran tarea. Las personas tienen unos hábitos profundamente arraigados como resultado de haberlos acumulado desde el inicio de los tiempos; destruir sus raíces no resultará fácil. Necesitarás una fuerte voluntad que te estimule constantemente. Esfuérzate por progresar en tu trabajo, sin pensar cuánto tiempo tardarás en conseguirlo. Después de practicar durante mucho tiempo, alcanzarás, espontáneamente, la paz y la plenitud. ¿Por qué buscar otro método?
Yuan-hsien
Selección de Thomas Cleary.
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