La auténtica mente.
El estudio del zen no tiene grandes complicaciones: sólo requiere que conozcas tu auténtica mente. Ten presente, sin embargo, que en este cuerpo los elementos físicos se combinan temporalmente, y día tras día se dirigen a su extinción: si ello es así, ¿dónde está la auténtica mente?
El aluvión de ideas y pensamientos que surgen y desaparecen sin constancia alguna no es la auténtica mente.
Todo cuanto se mueve y cambia con gran inestabilidad, algunas veces para bien y otras para mal, no es la auténtica mente.
Aquello que depende completamente de las cosas exteriores para manifestarse y que en ausencia de éstas no se hace evidente, no es la auténtica mente.
El corazón, situado en el interior del cuerpo, que no puede verse a sí mismo y permanece ciego a lo interior, no es la auténtica mente.
Aquello que no se ve afectado por las sensaciones exteriores al cuerpo, aislado del exterior, no es la auténtica mente.
Supón que diriges la luz de la conciencia hacia tu interior y que sientes una recóndita tranquilidad y una serena unidad: ¿lo considerarías la auténtica mente?
Todavía no adviertes que esa recóndita tranquilidad y serena unidad surgen de la percepción de la falsa mente: todavía existe la mente subjetiva que percibe y el objeto percibido, o sea, que esa recóndita tranquilidad y serena unidad pertenecen totalmente al reino de los estados internos. A esto se refiere la Escritura del Heroico Proceso cuando dice: «La recóndita tranquilidad interior refleja que todavía está presente la discriminación de los objetos». ¿Cómo podría ser esta experiencia la auténtica mente?
Si todo esto no es la auténtica mente, ésta ¿qué es? Intenta averiguarlo durante las veinticuatro horas del día. No trates de imaginártelo, o de interpretarlo intelectualmente, o de encontrar a alguien que te lo explique; no busques ninguna otra técnica, ni calcules cuanto tiempo tardarás en descubrirlo, ni el grado de fuerza que tienes, simplemente, continúa esta investigación interior: «¿Cuál es, en definitiva, mi auténtica mente?».
Yuau-hsien
Las enseñanzas del zen.
Selección de Thomas Cleary.